Hay películas palomiteras
y películas obra de arte, pero nadie nos dijo que está el término medio:
palomitera con arte de por medio. Así defino yo Sister Act.
Hay momentos en la vida
en las que comedias como esta te alegran la vida, y te hacen recordar lo que es
importante: disfrutar lo que te gusta y confiar en ti mismo. La historia es
relativamente sencilla; Deloris Van Cartier es cantante del casino en Reno propiedad
de su amante mafioso, y después de una discusión con él presencia el asesinato
de un acólito suyo y huye con la policía. Su declaración en la corte es crucial
para detener a Vince, y como todos los testigos de su juicio son eliminados, la
policía decide esconderla donde creen que él nunca la buscaría: un convento de
monjas.
Deloris llega al
convento con una identidad falsa y mal
humor, y hace vida conventual por un rato sin ningún tipo de avance o mejora
hasta que se le involucra con el coro, donde es escogida directora y hace que
las dulces monjas, que tienen todo el ánimo de cantar, pasen de ser estridentes
y fuera de tono a un conjunto armonioso y totalmente renovado, pues cantan sus
himnos con arreglos de rock de los cincuenta y Boogie. La madre superiora
pierde la cabeza y casi la corre, pero el padre le dice que ha sido
maravilloso, y Deloris interviene para que las hermanas salgan a la calle a
ayudar al barrio. Es así como se abre el convento y las cosas en la comunidad
cambian, hasta que un soplón avisa a Vince dónde se encuentra Deloris. El
teniente que la protege quiere sacarla y llevársela a otro lugar, pero como el
coro es famoso y el Papa irá a un concierto en el templo, ella se niega. Un par
de cómplices de Vince secuestra a Deloris cerca del convento y una de las
hermanas que se salvó da la alarma roja, y las otras monjas deciden rescatarla
por su cuenta.
Llegan a Reno e intentan
mezclarse con la multitud, pero no pasan desapercibidas. Los rufianes no pueden
matar a Deloris porque creen que realmente se volvió monja, y ella lo aprovecha
para escapar. Corre y se encuentra con sus amigas, que intentan protegerla
pero Vince las acorrala y está dispuesto a matar a su ex amante, cuando llega
la policía para detenerlo y por fin, dejar a Deloris en paz. Al día siguiente
tienen el concierto frente al mismísimo Papa (en este caso, ya que la película
es de 1992, es Juan Pablo II), que se convierte en todo un suceso pues cantan un
canción profana como si fuera sacra con onda roquera y hasta coreografía le
ponen.
Puede que a mucha gente
esta película le parezca simplona, boba o hasta mediocre, pero a mí, en estos
momentos de mi vida, me recordó algo importante: cantar con amor, por el simple
hecho de hacerlo. La escena donde
instruye a las monjas para cantar un acorde es toda una clase: apoyo en el
diafragma, colocación entre voces, confianza en uno mismo, y la primera canción
que presentan, “Salve Regina”, muestra todo lo que debería tener un coro:
alegría por cantar, independientemente de si lo que cantan es sacro o no, o de
si es de un nivel superior o no.
Hacen falta películas
como esta. Que con risa e irreverencia nos recuerden lo importante de la vida:
la alegría de hacer.
N.L.S.
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